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Un enfoque sistemático para el empuje de manos

Un enfoque sistemático para el empuje de manos

La suavidad en el empuje de manos

El empuje de manos (tuīshǒu 推手) de taichi es el estudio de la interacción relajada e ininterrumpida con un compañero. Sus aplicaciones marciales son obvias: enseña al practicante a reaccionar eficientemente frente a un compañero hostil que está tratando de golpear, agarrar o patear.

Sin embargo, a mi humilde parecer, ese no es el principal beneficio de la práctica del empuje de manos. Me gustaría argumentar en esta entrada que esta habilidad marcial no es sino la natural consecuencia de un delicado proceso de cultivo propio.

En el estudio del empuje de manos, aprendemos a reaccionar correctamente frente a la resistencia y la agresión, al tiempo que mantenemos una estructura corporal relajada y natural. La metáfora clásica es la del agua: no puede ser apresada, siempre encuentra una salida ante un ataque y nunca pierde su cualidad de suavidad suprema. Todo esto está muy bien, ¿pero cómo se consigue una cualidad así?

El enfoque tradicional consiste en empezar a aprender rutinas de empuje de manos. Se trata de prácticas por compañero (como esta, por ejemplo), en las que los practicantes se empujan y neutralizan alternativamente. Estos ejercicios son sencillos al comienzo, con una sola mano y paso fijo, para luego incorporar ambas manos en diferentes ángulos, explorando diferentes dinámicas de movimiento y eventualmente introduciendo diferentes patrones de paso. Este tipo de ejercicio desarrolla coordinación de todo el cuerpo y despierta nuestra sensibilidad al contacto con el compañero (la denominada energía de escucha o tīngjìn 聽勁).

Eventualmente progresamos hacia la práctica libre, en la que los compañeros tratan de desestabilizarse mutuamente, en un ambiente controlado por reglas. Este es el tipo de ejercicio que se observa en las competiciones de empuje de manos, como esta. La mayor parte de los espectadores de este tipo de competiciones que no están familiarizados con la tradición marcial del taichi responden algo así como “¡pero yo pensaba que el taichi se practicaba relajado!".

En efecto, el taichi nos enseña a responder con suavidad ante la agresión y mientras más suave seamos, mayor nuestra habilidad. Sin embargo, esta “suavidad" no es pasiva y sumisa, en cuyo caso es arrasada sin remedio. Se trata de un tipo de “suavidad" que viene a decir “muy bien, entiendo lo que me quieres hacer, pero no me entusiasma así que voy a buscar una manera de rodear esta agresión, sin abandonar mi zona de confort dentro de mi propia postura". Esta es de hecho una buena descripción de lo que es el “movimiento perceptual".

¿Qué es el movimiento perceptual?

El movimiento perceptual es la cualidad que nos permite aplicar la suavidad con destreza en taichi. Se trata en realidad del auténtico Santo Grial del taichi y sus sutilezas son difíciles de atrapar. El método tradicional básicamente recomienda practicar mucho empuje de manos, mediante muchas rutinas complementarias, con un montón de compañeros diferentes, durante un largo periodo de tiempo, siguiendo concienzudamente los principios (sea como sea que estos vienen formulados) y a través de todo eso, en algún momento, empezaremos a desarrollar movimiento perceptual.

Encuentro que esta es una proposición poco halagüeña. Se supone que debemos alcanzar algo muy refinado y sutil sin saber realmente cómo. Se entiende que sucede y punto. No es sorprendente por tanto que la mayoría de nosotros se pierda por el camino, a pesar de la buena disposición de nuestros instructores y maestros. Las respuestas típicas a este problema suelen ser del tipo, “no entrenas lo suficiente", “no sabes aplicar los principios", “tu estilo no funciona", etc.

Si bien puede haber algo de razón tras esas afirmaciones dependiendo del caso, encuentro que es demasiado fácil recurrir a una actitud tan drástica para zanjar el problema. La realidad es que el movimiento perceptual es muy difícil de integrar. Para empezar, ni siquiera tenemos una comprensión intuitiva de lo que significa moverse así.

Para facilitar la discusión propongo partir de la siguiente fórmula:

Movimiento perceptual = pegarse-adherirse + estar relajado

Analicemos por un momento esta fórmula. A la izquierda tenemos el resultado, aquello a lo que queremos llegar, es decir, la reacción suave ante la agresión, a la vez que mantenemos la integridad estructural.

A la derecha, tenemos dos términos que se combinan. Primero, tenemos pegarse-adherirse (粘黏 zhānnián). Traté este tema en un artículo reciente. Te invito a releerlo con este nuevo contexto presente. Como resumen, basta indicar que el pegarse-adherirse es la cualidad de estar en contacto permanente con el compañero, ajustando dinámicamente el punto de contacto, a la vez que mantenemos las cualidades básicas de sostener y descansar.

El segundo término de la parte derecha de la fórmula es “estar relajado". Esto es lo primero que todo el mundo escucha en su primera clase de taichi. El término chino es fàngsōng放松. La razón por la que a los instructores nos gusta usar palabras en chino no es para parecer místicos e interesantes (¡al menos ese no debería ser el propósito!), sino porque a veces es difícil hacer traducciones exactas sin perder significado.

De hecho, las palabras “estar relajado" pueden resultar un poco engañosas, porque la relajación es algo que todo el mundo entiende pero de un modo impreciso, a menos que se haya entrenado concienzudamente. Si tomáramos a un conjunto de estudiantes de cualquier clase y les pidiésemos que se pusieran de pie o que desplazaran el propio peso manteniendo un estado relajado, veríamos que inevitablemente cometen defectos que les provocan tensión en realidad. Esto es porque no comprenden realmente lo que significa “estar relajado". O dicho de otro modo, no saben que podrían estar más relajados de los que están.

Es precisamente este estudio de cómo alcanzar una correcta relajación dentro de la propia estructura corporal lo que ocupa la mayor parte de la fase inicial del aprendizaje en taichi. Tenemos que aprender lo que realmente significa “estar relajado", lo que de hecho requiere abandonar nuestro concepto anterior, ya que estaba cargado de defectos.

Así pues, podemos cambiar el término “estar relajado", ya que es algo ambiguo, por el de “estar cómodo", que es lo que usa mi profesor Sam Masich.

Una fórmula revisada para el movimiento perceptual

Las palabras tienen poder, y eso es así porque las palabras conllevan significado. Diferentes palabras tienen diferente significado y palabras similares tienen un significado parecido pero también presentan sutiles diferencias. En este caso, “estar cómodo" significa sentirse plenamente a gusto, mientras que “estar relajado" indica que podrías mantenerte de esa forma por un largo tiempo sin agotarte, pero no necesariamente significa que es donde estés más a gusto.

Esta sutileza es fundamental porque durante el estudio del movimiento perceptual debemos constantemente buscar el punto de máximo confort y no conformarnos con una idea difusa de relajación.

Por tanto, podríamos reescribir nuestra fórmula como:

Movimiento perceptual = pegarse-adherirse + estar cómodo

Esto significa que para alcanzar el movimiento perceptual, necesitamos ajustar dinámicamente el punto de contacto a través del proceso de pegarse-adherirse, mientras que simultáneamente ajustamos nuestra propia postura, buscando siempre el punto de máximo confort. Más fácil de decir que de hacer.

El hecho de que cometamos errores durante el aprendizaje del movimiento perceptual carece de la menor importancia. Nosotros nos aplicamos sinceramente a la fórmula lo mejor que podamos, sin detenernos o lamentarnos de nuestras deficiencias. Se trata más que nada de inculcar este modo de reaccionar en nuestro sistema nervioso: tan pronto como nos ponemos en contacto con el compañero, comenzamos a pegarnos-adherirnos manteniendo la comodidad, lo mejor que se pueda, sí, pero sin estresarnos por ello. De este modo la habilidad se desarrolla por sí misma, de modo orgánico.

Se trata en realidad de una experiencia plenamente liberadora pues cambia la perspectiva del arte, que pasa a ser de una colección infinita de patrones de alta complejidad técnica, a un abandono de uno mismo a través del movimiento perceptual. Es un cambio sutil de intención pero de grandes consecuencias.

En este artículo pretendo argumentar que para entrenar estas cualidades tan sutiles del movimiento perceptual no basta con seguir el currículum de empuje de manos, confiando al destino que algún día el movimiento perceptual descienda como una bendición de las deidades del taichi. Hay un modo mejor e involucra trabajar deliberadamente la fórmula expuesta, sin resignarnos por una falta de talento natural.

Un método sistemático para el estudio del movimiento perceptual

Para aprender a pegarse-adherirse, entrenamos manos sensibles (juéshǒu 覺手), la práctica no competitiva entre compañeros en la que aprendemos a ser consistentes con las cualidades de sostener y descansar sobre un punto que cambia libremente. Lo que ahí asimilamos podemos luego incorporarlo a cualquier rutina de empuje de manos.

Para aprender a estar cómodos tenemos un montón de métodos, pero se trabaja con más detenimiento durante la práctica repetitiva de ejercicios de nei gong, como los de las 8 joyas de la familia Yang. De particular importancia aquí es el estudio de la estructura natural de las piernas y la cadera, el llamado “hip-track" (artículo en inglés). Esto implica moverse dentro del rango natural de movimiento de estas articulaciones, sin crear tensiones localizadas en los tobillos y rodillas. Aquí es donde es particularmente valiosa la supervisión de un instructor cualificado, sobre todo para evitar lesiones debidas a una práctica incorrecta.

Todavía falta un eslabón, no obstante y es el del signo de sumar de la fórmula. Es totalmente posible adquirir habilidad para pegarse-adherirse y tener unos movimientos que exhiben comodidad y aún así carecer de movimiento perceptual. Esto es así porque la relajación del confort no basta, si no se aplica en relación al punto de contacto y la relación de pegarse-adherirse. Nuestra mente debe estar realmente comprometida con la interacción y todos los ajustes deben ser motivados por esa interacción y no ajenos a ella.

Pongamos por ejemplo la situación en la que sientes una presión en el brazo, procedente de un empuje del compañero y eso te comprime la cadera y los tobillos, a través de tu propia estructura. Te has entrenado, durante años de práctica dedicada, a reconocer esa tensión y sabes que debes liberarla, así que te pones a ello, pero en el proceso te olvidas por un momento del punto de contacto y aunque has conseguido aliviar la presión en los tobillos notas que el hombro ya no está en su sitio y básicamente vas de camino hacia al suelo en cuanto el compañero aprovecha la oportunidad, realizando una aplicación marcial.

Es por tanto insuficiente liberar los tobillos de cualquier modo, deben liberarse de modo que guarden relación con el punto de contacto del compañero. Esta es la parte del signo de sumar de la fórmula y es la integración necesaria para alcanzar el movimiento perceptual.

Una consecuencia de este modo de aprendizaje es el desarrollo de una solidísima base para una habilidad marcial que sea suave y espontánea, por oposición a una que sea dura y coreografiada, pero como digo, esto no es más que una consecuencia natural del cultivo de movimiento perceptual.

Conclusión

A mi humilde parecer, el verdadero beneficio de dedicarse con sinceridad a este estudio es la evolución interna que conlleva. Para el momento en que comenzamos a integrar el verdadero movimiento perceptual hemos tenido forzosamente que dejar atrás un montón de condicionamientos automáticos que desembocan en respuestas violentas y torpes, en lugar de respuestas integradas y suaves de todo el cuerpo.

Entiendo que esto es lo más precioso que podemos obtener del proceso, incluso más que la habilidad marcial que derivamos de ello. Todo lo que se requiere es paciencia y un método sistemático, ya nunca más esperando alcanzar un algo que no sabemos ni siquiera reconocer.